Junio de 2014

Vanguardismo

Me gusta tanto la noche porque me hace más yo. Aunque me tengo más miedo que a nada.

Me ha parecido oírte susurrando mi nombre mientras escuchaba tu canción favorita.


La noche me hace más yo.
La noche me recuerda a ti.
La noche me hace más yo.
La noche me aleja de mí.

Tu miedo me hizo huir. Tu miedo.

Su falta me atrapó.

Y a ti que hoy me miras así, de esta manera, la de siempre.

Y yo, como siempre, a eso no me resisto. Pero por fuera, sí. Porque suficiente.

Y su boca me dice que no quiere verme y sus ojos todo lo contrario, mientras los veo llorar por dentro, con unas lágrimas que si existieran corroerían mi corazón, si también existiera. O existiese.

Y son otras noches, y quizás las faldas y los recuerdos, las cosas que entierran mi razón, o simplemente mi voluntad.

Ya no entiendo las miradas, a veces vacías, a veces tan llenas que no sé qué ver. Parece ser que ahora soy objetivo de algunas miradas de reojo y ya no soy cómplice de los susurros.

En fin. La insensatez.

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