21 de Julio de 2014

Hace tiempo que renuncié a mis sentimientos.
Hice un pacto conmigo mismo, el diablo, con el fin de no molestarme. Y ahí estoy yo, encerrado. Y a veces puedo sentirme llorando, empujando desde dentro y casi consiguiendo asomarme al exterior de mí en forma de lágrimas. Pero es un pacto difícil de romper.

El veneno de ciervo es lo único que, al parecer, y de manera muy patética,  ha conseguido deshacer las rejas del infierno que he creado y ha dado paso al exterior al lamentable corazón que una vez tuve y he condenado a morir de asfixia.

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