Hoy, con su anillo todavía puesto, supuestamente, he visto
en medio del frío el calor del amanecer con su sonrisa casi siempre más
poderosa que su voluntad. Yo me llevo la
mía a casa, escondida por si alguien quiere quitármela.
“Aquí no tienes nada que hacer”.
Ya veré, no pensé.
Me superé.
Nuevo yo.
Tuyo,
mío
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