Estupideces.
El ser humano, tan enganchado a la vida. No sé cuántos años viviré
pero sé que no dejará de sorprenderme hasta el último día.
Dentro de todo lo que voy aprendiendo, ya sabía que el ser humano era
“extraordinario”, eso todo el mundo lo ha oído, sabía que era egoísta, que en
el fondo no es realmente malo. Pero lo es. Que cada uno es único, que todos
tienen algo admirable, que tienen una historia interesante y que los humanos
somos estúpidos, pero lo que he aprendido es hasta que punto somos estúpidos.
Adoramos las sensaciones intensas, adoramos cualquier tipo de sensación intensa
aunque nos haga daño, nos encantan las situaciones de peligro, la adrenalina,
las sorpresas, hacer cosas malas, sentir que nos agradecen, agradecer, nos gusta
por un lado que nos odien, en el fondo nos gusta odiar, nos encanta el amor,
nos encanta el desamor. Nos gustan esas cosas siempre que sean intensas, uno se
cree que quiere que desaparezcan sus preocupaciones, pero la mayor parte de él,
en el fondo, es adicto a eso que lo preocupa, te aporta algo, te llena, es
intenso, es puro, es de verdad, es vida, nos encanta el amor, nos encanta el
desamor.
Los malos momentos te hacen fuerte y los buenos los compensan. Esperar
algo que sabes que quizás no pase, te hace ingenuo. La fe es ingenuidad, el
ingenuo es ignorante, y yo siempre lo digo, el ignorante es el más feliz. El
ser humano es estúpido, nos encanta saberlo todo, nos encanta ser felices.
Nos encanta el amor, nos encanta el desamor.
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