3 de Diciembre de 2011

Más de ellas.

Y de hoy que ya no me queda nada que aprender, me llevo mil metáforas que se repiten, mil metáforas que ni a ti te apetece leer escuchar ni a mi escribir.

Propuse ahogar las penas, pero vi que nada era suficiente para ahogar nada. Pensé en ayudar con lágrimas, pero el frío las pararía y nada se ahogaría. No mataría neuronas de la estupidez, ni tampoco las de los recuerdos, quizás si alguna de silencio, alguna de  vergüenza, para colaborar con las lágrimas por la causa, dejando ver parte de mí a todo el mundo, seguro que sí, de esas mataría alguna si delante de ellos quito capas a la cebolla. Ahora vuelvo a no dejar que nadie se acerque, se sabe lo que hacen las cebollas sin piel de cerca.

No todo lo escrito tiene que quedar bien o ser bonito. De hecho cada cosa que escribo es peor.

Sólo es desahogarse, puede incluso no tener sentido, o solo tenerlo para mí. Puedo leerlo y reafirmar mi ignorancia, mi estupidez o yo que sé, mi aburrimiento, quizás el tuyo. ¿Por qué escribo? No lo sé. ¿Me desahoga? Pues tampoco. El desahogarse es relativo, lo cierto es que sienta bien escribir, pero la mierda sigue ahí. La intención de escribir esto es ninguna, exactamente la misma que la tuya al leerlo, estúpido.

Primera cosa en común.

Son cosas que van a quedar olvidadas, quizás convertidas en trigo, que algún día volveré a leer y diré, “Pero que idiota, no cambio.”

Necesito escribir. Aprender.

La tontería más grande, lo mejor que puede tener uno, la mayor estupidez es el optimismo.
Cuando nada va bien, cuando tu mayor don es un defecto, ¿quién desea que le vaya peor? Pues os lo digo; el optimista, yo, el estúpido e ingenuo optimista, recalco lo de estúpido. Si lo bien que le puede ir a alguien se mide del uno al diez, todos queréis que os vaya a más porque es lo mejor, ¿verdad? Pues he aquí mi estupidez, mi ingenuidad, mi optimismo: Soy yo el que en el fondo piensa que podría ser mejor que vaya a peor, ¿por qué? Porque cuando ya no pueda ser peor, cuando sea cero, ya no puede ser peor, a partir de ahí todo lo que pase sólo puede ser bueno. Una persona que es feliz 4, no es feliz, una persona de 7 u 8 le falta algo, tiene ganas de más pero ¿y el que no tiene nada, el que es feliz 0? Éste sólo puede ser cada vez más feliz, esto es ser estúpido, un yonki de la felicidad, la cual regalaba por conseguir más. Regalar felicidad para obtener lo mismo, contradictorio, vuelvo a recalcar lo de estúpido. Eso pienso, es optimismo porque si sólo puede ir a peor, es la forma estúpida de sacar el lado positivo, me sorprendo a mí mismo. Sé perfectamente que todo este rollo es mentira.

Por favor.

Yo era feliz 2, y mi idiotez hacía que valiese más que ese de 7. Me acostumbré a esa nota y vivía de esos dos puntos.

La tontería más grande, lo mejor que puede tener uno, la mayor estupidez es el optimismo.
Hoy, que no me queda nada que aprender. Dejar de ser estúpido. Volveré a poner piel en la cebolla y llorar volverá a ser de blandengues. Dejaré las metáforas, los nuevos documentos de texto, dejaré también otras muchas cosas y me acordaré de lo que sueño.

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