Tediosa ausencia, te odio. Te he oído no decir nada, y me has dejado nadando a patadas entre sueños.
Estoy en ese estado de ánimo en el que agradecerías al alcohol
una conversación contigo mismo, y eso que no me aguanto a solas ni dos horas
seguidas. Ese estado de ánimo: destruido por los ojos. Recuerdo echar
de menos este estado: cuando no me acordaba. Ahora no lo entiendo. Y esta sensación de indiferencia convierte mi
ilusión en ácido. No sé si es aposta, no sé si es orgullo, o miedo. Voy a
explotar si yo me sigo aguantando por miedo, porque creo que orgullo no me queda.
Te echo
mucho
de menos.
Te echo
mucho
de menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario