23 de julio de 2015



Ah,
ahí va la parte de mí que —para variar—  desea que permanezcas platónica:
imposible. 


Y ahí va esa otra, confusa, que ya ni si quiera sabe muy bien lo que quiere decir la palabra.
Que no sabe qué quiere decir si no es sólo ponerle barreras a un idilio.
 
Y que no puede dormir porque quiere que lo sepas.

Quiere que leas y pienses,
que leas
y recuerdes,
que leas
y dudes.


Anoche soñé con todos mis caprichos y voy a convencerme de que sólo eso es lo que eres, para matar la rabia de haber vivido algo que cuando ha salido el sol resultaba ser mentira.

El único impulso en siglos de historia que no iba a arrasar con una población de adrenérgicos en treinta países diferentes.

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