Las
canciones tristes, ya no son tan tristes.
Estoy tan cansado de pedalear
para dar cuerda a la dinamo que enciende la sonrisa que parezco llevar.
Y es triste que consiga colocar a alguien detrás de ella, sin avisar
primero que esta sonrisa funciona a pedales, que no puede alumbrar
siempre, y que no podré evitar el accidente cuando se apague. Triste es
que ya no haya música. Triste es que el día diferente no sea uno como
hoy, sino lo contrario. Triste es que haya perdido la poesía, y hasta
las mentiras más grandes.
Calla,
no eres tú,
no tienes nada que ver,
ni
ella,
ni yo.
Pero tampoco hay nadie que lo arregle,
y cada vez mi
corazón
—que hoy admitiré que una vez tuve—
es más inerte.
Reíd
mientras juro
que no quiero vivir desenamorado,
que no quiero vivir en
este egoísmo;
que no eres tú,
que no soy yo;
y que quiero que mi vida no
dependa de mí.
Que no somos nosotros.
Que no sé qué pasa,
y hasta
olvidé que pasó.
Nosotros, no somos.
Quiero, ser, o estar;
porque empiezo a no conformarme con parecer.
No soy yo,
o quizá sí.
No eres tú,
o quizá sí.
¡Que no eres tú , que no soy yo!
ResponderEliminar¿Quién erizará entonces las palabras de la piel?
Vivirá eternamente sumida en un desierto del no ser.
Y el no ser será mas que la historia contada
Y el no ser será.
Mientras al que tu llamas yo, y al que otro llama tu
muere en un quizás.