De nuestras noches —y distancia— en la misma habitación, exactamente.




hacerme la pregunta
que me sé incapaz de responder,
y sin embargo entender o imaginar la tuya
de renuente o imposible respuesta también

que si quisiera alzar explicación
no hallaría palabras para que preguntemos,
respondamos,
o entendamos

haber estudiado tu manera de quererme
sin buscar justicia,
haber asumido tu manera de odiarme
y entender tus sonrisas,
descifrar tus miradas,
transcribir tus gestos,
y sentir cómo no hablan el mismo idioma:
sentir que, aunque creo entender
tu sonrisa, tus gestos, y tu mirada,
no hablan mi idioma,
o no hablan el tuyo

saber que la justicia
no va a hacer el trabajo que no le toca
partiendo de su ausencia—,
y así, no por orgullo,
y sí contrariamente a la justicia,
necesitar la vida que entrego
o que dispongo a ofrecer
para no volar sobre un aire de infancia
preciosa,  individual, y onírica .



sólo pido dirigirte a mí
con el derecho a darte por aludida que te otorgas:
sin que yo aluda,
y sin que otorgue el derecho

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